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La ruta se inicia en el pueblo cabraliego de Camarmeña, a donde se llega después de 2,5 km. de carretera que quita el hipo de vértigo. Se puede dejar el coche en la parte baja del pueblo, por la zona de la iglesia.
Todo el mundo se pregunta quien y por qué decidió instalarse en una zona tan escarpada, pero la respuesta no hay que buscarla con las referencias de las comunicaciones actuales, sino con modelos de ocupación territorial anclados en la Edad Media o mucho más atrás, cuando las carreteras no existían y las montañas también eran territorios aprovechables para los pastos, y lugares casi inexpugnables donde la defensa era mucho más fácil que en espacios abiertos. Y por supuesto la posesión de la tierra, ya que la mejor siempre estaba en manos de los mismos, es decir, de los ricos, de los poderosos y de la iglesia…

Hablando de iglesia, la pequeña y hoy aparentemente insignificante iglesia de San Pedro de Camarmeña fue en tiempos medievales un importante enclave, del que dependía la villa de Bulnes y una pequeña ermita en pleno corazón del Cares, San Julián de Culiembro, hoy solamente una majada casi abandonada por completo. La iglesia ya se menciona en crónicas medievales y de su pasado medieval aún se pueden ver unos sencillos canecillos de traza románica en el exterior de su cabecera.

El resto del pueblo es un poema. Con unas construcciones de piedra literalmente ancladas a la roca, suspendidas en muchos casos sobre el abismo. Aunque la obra del canal condicionó para siempre la fisonomía del pueblo, todavía hoy se pueden encontrar rincones de una belleza y una rusticidad impresionantes.

Para no perder todo el día en Camarmeña, si se quiere hacer la ruta hay que dirigirse hacia la parte alta del pueblo, bien siguiendo el camino ascendente o bien siguiendo las flechas hacia el Mirador del Naranjo. Dicho sea de paso, el de Camarmeña es el mejor de los tres miradores que tiene Cabrales hacia el Picu Urriellu. Justo enfrente, a la misma altura visual, se pueden ver las casas de Bulnes y en la vertical por encima el Picu en toda su majestuosidad. Tampoco merece la pena perder mucho tiempo en el mirador ya que la ruta va a proporcionar a lo largo de todo su recorrido unas vistas espectaculares.

En las últimas casas del pueblo, por encima del antiguo lavadero, se inicia un sendero que remonta la ladera y que será el que seguiremos durante todo el recorrido. Este sendero era la principal vía de comunicación hacia los puertos altos y hacia los invernales y prados, hoy abandonados en su mayoría, que salpican todo el valle.

La canal que se va a recorrer en sentido ascendente es la Canal de la Bobia, modelada por una lengua glaciar hace miles de años, que se desploma con una inusitada verticalidad desde las estribaciones del Cuetón (1612 mts.) hasta Poncebos (218 mts.).
El primer tramo del recorrido gira hacia la derecha para sortear los muros de los últimos prados de la ería de Camarmeña. Desde allí va ascendiendo en dirección al murallón rocoso que enmarca la canal por la derecha. A medio camino hay que tener cuidado de no tomar el sendero que, a través de un prado y en dirección izquierda, se dirige a una cuadra de piedra que se ve sobre un risco.

El camino correcto pronto alcanza la pared de la montaña y la va siguiendo durante un buen rato. Al poco trecho se verá una antigua armadura de piedra que se encarama en la pared para buscar un paso sobre el cortado de roca. En la parte alta incluso se puede ver la antigua portilla de hierro que cerraba el paso a los animales. Solo con contemplar por donde pasa el camino da vértigo. Un poco más adelante se puede ver una gran boca de una cueva, utilizada hasta no hace tanto tiempo como cabaña y como refugio de ganado. La subida, también con armadura de piedra, es fácil y merece la pena subir para ver las toneladas de estiércol de cabras acumulados durante generaciones.

Hacia la mitad de la canal se puede ver una cuadra de piedra rodeada aún de un pequeño prado con pared. Este será un buen punto para hacer una parada ya que es, aproximadamente, la mitad de la ruta. La vista hacia el macizo central es espectacular y hacia abajo se ven las últimas casas de Camarmeña y el aparcamiento de Poncebos prácticamente en vertical.

El camino continua ascendiendo en dirección a la cabecera de la canal, claramente identificable por el circo montañoso que se ve en la parte superior. El último tramo es un enorme canchal de grandes bloques en la parte inferior y piedra más menuda en la superior. En todo momento el camino es visible, salvo en algún momento del último tramo, pero es justo la parte donde no hay duda posible ya que al llegar al final del circo rocoso el camino busca un paso hacia el risco de la izquierda. Alcanzado este punto la satisfacción es enorme. Hacia abajo se ve Poncebos a vista de pájaro y enfrente la canal del Duje; girando un poco la cabeza el Naranjo de Bulnes, y todas las cumbres del macizo central (el Trave, los Albos…), dejando pequeña la mole del Murallón de Amuesa; y hacia la derecha toda la canal del Cares y el macizo occidental, con la Peña Santa dominando todo, el sector de la Bermeja, y otras cumbres “menores” como el Jultayu, el Cuvicente…, un espectáculo inolvidable.

Desde este collado el sendero asciende ya suavemente por una ladera con una dirección muy clara hacia unas cabañas de piedra que se ven al fondo. En poco tiempo se alcanzan las primeras construcciones de la majada de Ondón, posiblemente la más espectacular de todos los Picos de Europa, ya que la vista desde aquí es impresionante.

La majada de Ondón era casi un pueblo, no solo por su tamaño y número de construcciones, sino por la tipología constructiva, ya que la mayoría de las cabañas eran de dos pisos, con cuadra en la parte baja y casa en la superior. La pervivencia de su uso hasta tiempos muy recientes se hace patente en el uso de ventanas con cristales, como si fueran viviendas permanentes. Destaca también la presencia de antiguas construcciones circulares de piedra, los cubiles, para guardar y proteger a los cerdos y las gallinas. Hoy en día la majada está, como la mayoría, en desuso y su deterioro se acentúa de año en año, una lástima, pero también una pérdida irreparable para el patrimonio rural, cultural y paisajístico de nuestra región.

Merece la pena detenerse un buen rato y disfrutar a conciencia del lugar y del paisaje que se contempla. Inolvidable.

El regreso se hará por el mismo camino, que dará más sensación si cabe de verticalidad y de desnivel que a la subida.

En total desde Camarmeña se han invertido unas 2,5 hs. de subida y unas 2 de bajada, salvando un desnivel de aproximadamente 1000 mts. en cada sentido.

Y para descansar, nada mejor que una sidra o una cerveza en la terraza del bar del pueblo (Mirador del Naranjo), viendo el sol ponerse sobre la cara oeste del Urriellu…

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