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Archive for the ‘Rutas’ Category

detalle hojas de otoño

El otoño es la estación ideal para disfrutar de los bosques en todo su esplendor por su colorido y por las posibilidades que ofrecen a los amantes del senderismo, de las setas o de las castañas….

Desde Heredad de la Cueste os vamos a recomendar en este post tres lugares que merecen la pena en cualquier época del año, pero que en otoño se pueden disfrutar de una forma muy especial.
El primero de ellos es el Bosque de Peloño en el Parque Natural de Ponga, sin duda el corazón de este valle que pasa por ser el rincón menos conocido y más auténtico del oriente de Asturias. El acceso al bosque se puede hacer por varios puntos, pero el más cómodo es por el punto conocido como Les Bedules. Para llegar aquí hay que utilizar la carretera local PO-02 entre Viego y San Juan de Beleño. El acceso a Les Bedules se hace por una pista de hormigón, pero practicable para cualquier tipo de vehículos, incluidos turismos. Les Bedules  es un collado con una vista espectacular sobre los Picos de Europa y sobre el resto de montañas del entorno. Hay un mirador con una mesa de orientación que ayuda a identificar las principales cumbres. Desde aquí se trata de seguir la pista principal que cómodamente se adentra en el hayedo. La ruta se puede hacer tan larga como uno quiera puesto que en total cuenta con más de 11 km. de longitud, aunque lo normal sería continuar hasta superado el punto conocido como Collado Granceno (la entrada propiamente dicha al Bosque de Peloño) y al menos llegar hasta el famoso Roblón de Bustiello, un ejemplar centenario que necesita los brazos de varias personas para ser abarcado.

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La parte alta del río Sella es el Valle de Sajambre, cubierto en su mayor parte por bosque, un lugar ideal para hacer otra escapada otoñal. Aunque hay infinidad de rutas posibles recomendamos especialmente el hayedo que hay por encima del pueblo de Soto de Sajambre. Desde aquí se puede hacer una ruta circular en dirección al Refugio de Vegabaño. La vía más rápida es la que parte desde la fuente y lavadero del pueblo, pero esta opción tiene más pendiente. Una buena alternativa puede ser subir por la parte derecha, utilizando la pista forestal que da mucha más vuelta pero que sube más suavemente. Por este camino tenemos la opción de hacer una parada en el Mirador de los Porros, desde el que se avista casi todo el valle de Sajambre y los bosques que lo tapizan. Vegabaño es una pradería alpina con majada y refugio de montaña, rodeada de bosque y coronada por las cumbres del macizo occidental de los Picos de Europa o del Cornión. La vuelta se puede hacer por el mismo camino o bien utilizar el conocido como camino viejo, que baja más rapidamente hacia Soto.

mirador de los porros otoñal

El tercer bosque que recomendamos para disfrutar de un espléndido paseo de otoño o primavera es el Hayedo de La Biescona, en la cara norte del Sueve. Pasa por ser el hayedo a menor altitud de toda la península ibérica. Se accede desde el pueblo de Duyos (P.K. 14 de la AS 260), en Caravia, remontando el arroyo de La Toya. Aunque la ruta se puede hacer más larga y utilizarse como vía de acceso hacia la majada de El Bustacu y hacia la cumbre del Pico Pienzu, lo que realmente merece la pena es adentrarse en el hayedo y disfrutar de su espesura, de las formas caprichosas de los tejos aferrados a las rocas, del suelo tapizado de hojas, de la soledad y de la naturaleza en estado puro….

hayedo de la biescona

Cualquiera de las tres opciones ofrecen la alternativa perfecta para dar un paseo otoñal, aunque merece la pena perderse por ellos en cualquier momento del año.

 

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playa de niembru llamada de toranda a solo 30 minutos de heredad de la cueste

Entre Ribadesella y Llanes se encuentran algunas de las playas más bonitas y sorprendentes de Asturias, no en vano la calidad de su paisaje, excepcionalmente bien conservado, unido a su belleza y su riqueza geológica y botánica, han servido para que fuese declarado «Paisaje protegido de la costa oriental de Asturias» según el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de Asturias».
En un tramo de poco más de 50 km. se concentran más de 50 playas, de todos los tamaños, tipologías y condiciones, aptas para cualquier tipo de público y expectativa, muy accesibles desde la casa rural Heredad de la Cueste ya que la casa se sitúa a solo 20-30 minutos de la costa, a la que se puede llegar facilmente por la carretera comarcal AS-115 en dirección llanes o por la N-634 en dirección Ribadesella.

Para los amantes de las playas urbanas, con buenos accesos y todo tipo de servicios, sin duda la playa de referencia tiene que ser la playa de Santa Marina, en Ribadesella, con una de las mejores fachadas marítimas probablemente de España, pues se han conservado los palacetes construidos a principios del S.XX, y rodeada de un espectacular entorno que suma la montaña, la desembocadura del río Sella y el promontorio de la ermita de Guía, sin duda el mejor lugar para contemplar toda la bahía.

playa de ribadesella o Santa marina

playas del oriente de asturias, ribadesella

Pero para los que buscan pequeñas calas y playas más o menos vírgenes lo difícil será escoger porque, sin duda, esta zona es una de las partes de Asturias donde se hace justicia al slogan de «Paraíso Natural«. Se pueden encontrar desde grandes arenales a pequeñas y escondidas calas de cantos rodados («pedreros») o curiosidades geológicas como playas interiores… hay para todos los gustos.

Como la costa puede ser un atractivo en si misma tanto en verano como durante el resto del año, aconsejamos empezar la visita por el Mirador del Fitu, desde donde se contempla una extensa panorámica tanto de la montaña como de la franja costera. Desde aquí lo mejor es descender hacia Colunga y Lastres y comenzar un recorrido avanzando hacia el Este.
A la altura de Colunga hay varias playas como La Espasa, La Isla o La Griega, muy aconsejable para ir con niños porque se forma un pequeño remanso de agua interior que aporta una estupenda zona de juegos.
Entre Colunga y Ribadesella se encuentra el Arenal de Morís, amplia concha con chiringuito que incluso los días de más concurrencia suele estar tranquila.arenal de morís en caravia

Ya en el concejo de Ribadesella se abre uno de los arenales más extensos de toda la comarca, la playa de Vega, perfecta para los amantes de las olas, para aquellos que buscan espacio (el «mogollón se concentra en la parte central, pero caminando un poco hacia los extremos siempre se encontrará amplios espacios abiertos) y también para los amantes de los paseos puesto que tiene una interesante zona de acantilados donde se localizan fósiles, una huella de dionosaurio y los restos de una antigua mina de fluorita, un paraíso para los amantes de los minerales.

playa de vega

playa de vega

A la altura de Ribadesella cambia la geología del suelo y se inicia una especie de meseta caliza con espectaculares acantilados donde se abren pequeñas calas de fina arena o de cantos rodados como el pedral de Arra y los acantilados de Palu Verde, a la altura de Collera. Un poco más adelante merece la pena visitar los acantilados de Castru Arenes en Cuerres y la desembocadura del río Guadamía, frontera natural entre Ribadesella y Llanes, con un puente medieval por donde discurre el antiguo camino de Santiago y una minúscula playa llamada de Guadamía en la parte riosellana o de Pría en la parte de Llanes. Los acantilados laterales son espectaculares, y en ellos se abren unos agujeros o chimeneas, los «bufones», que en invierno expulsan columnas de agua a presión dando lugar a un fenómeno de gran belleza (para conocer con más detalle este fenómeno consulta nuestro artículo sobre el tema pinchando aquí).

Desde este punto hasta el límite con Cantabria se localizan unas 40 playas por lo que resulta imposible nombrarlas todas, por lo que vamos a hacer una selección según nuestro criterio:

Cuevas del mar, a la altura de Nueva, merece la pena visitarla con marea baja, cuando permite pasear entre sus acantilados horadados por el mar. Desde aquí se puede pasar caminando hasta la pequeña cala de San Antonio.

playa de cuevas del mar en nueva de llanes

cuevas del mar en nueva de llanes

A la altura de Naves hay una de las playas más curiosas del litoral asturiano, Gulpiyuri, una playa interior a la que el agua le llega a través de una cueva. Declarada Monumento Natural es una curiosidad geológica ya que se trata de una antigua cueva cuyo techo se ha derrumbado y hoy es un arenal rodeada de verde y aislada del mar. Mucho menos conocida pero de idénticas características, y también Monumento Natural, es el complejo de Cobijeru, en Buelna, incluso más interesante porque tiene playa en mar abierto, playa interior y la cueva que se puede recorrer con marea baja.

playa de gulpiyuri en llanes

playa de gulpiyuri

San Antolín es otro extenso arenal, un poco peligrosa como playa porque es mar abierto, pero ideal para los amantes del windsurf.

En el pueblo de Niembro se encuentran dos de las playas más bonitas del oriente de Asturias:

Toranda, la playa del pueblo propiamente dicha, con acceso por un camino de tierra que conduce a un prado acondicionado como aparcamiento solo en verano. Se trata de una pequeña cala de arena fina, cómoda y tranquila, perfecta para disfrutar en pareja o tambien con niños.

playa de toranda o de niembru

playa de toranda en niembru

Desde la parte alta del pueblo se accede a una de las playas más conocidas de esta zona de la costa, Torimbia, una concha totalmente virgen a la que hay que acceder caminando (unos 20 min.). Precisamente por lo difícil de su acceso se ha consolidado como la playa nudista por excelencia en Asturias. La vista desde la parte alta del monte es espectacular por lo que este mirador es muy aconsejable tambien en invierno.

playa de torimbia en niembru llanes

playa de torimbia en niembru

Niembro también tiene una pequeña ensenada (La Entrada), que abraza en marea alta a la iglesia de Los Dolores, estampa imprescindible para los amantes de la fotografía, no en vano ha sido utilizada como escenario en varias películas y series de TV.

La zona de Barro y Celorio tienen varias calas, generalmente bastante concurridas porque es una zona bastante frecuentada en verano merced a la proliferación de casas de segunda residencia y varios establecimientos turísticos. Destacamos por su belleza las calas de más difícil acceso situadas en la parte más oriental de Celorio especialmente las llamadas de San Martín (El Puertín y El Portiellu)

Casi a la entrada de Llanes se encuentra Poo, una ensenada especialmente recomendable para familias con niños por la poca profundidad y la tranquilidad de las aguas.

En Llanes hay una pequeña cala urbana, El Sablón, y a las afueras una cala con curiosas formaciones rocosas, Toró, desde la que parte una senda que recorre la costa.

playa de toró en llanes

playa de toró

Al Este de Llanes merece la pena detenerse en la pequeña ensenada de Cué, pero especialmente ascender hasta el Mirador de Andrín desde donde se contemplan dos hermosas playas, Andrín y La Ballota, sin duda una de las más bonitas de la zona, escenario de alguna película de Gonzalo Suárez.

playa de la ballota en llanes

playa de la ballota

Y en el extremo más oriental, sin olvidarse del ya mencionado Complejo de Cobijeru, se puede cerrrar el recorrido con la playa de La Franca, de gran belleza y cuyo único inconveniente puede ser la excesiva presión de negocios de hostelería (camping, hotel, restaurante) en temporada estival, pero para disfrutar fuera de temporada.

playa de cobijeru

playa interior de cobijeru

Esperamos que estas recomendaciones sean de utilidad para sumergirse en la costa oriental asturiana, tanto si es verano para aprovechar una de sus playas, como en cualquier momento del año para disfrutar de sus espléndidos paisajes.

Y todo muy cerca de Heredad de la Cueste….

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El certamen del queso de Cabrales, que se celebra el último fin de semana de agosto, supone el broche de la temporada alta en la zona, y para celebrarlo proponemos hoy una ruta por tierras cabraliegas, al alcance practicamente de cualquier tipo de público y accesible durante la práctica totalidad del año.

La ruta parte del centro de Arenas. En la pequeña plaza con una fuente que hay justo enfrente del cruce hacia Poncebos hay unos paneles con distintas propuestas de rutas y algunos de los recorridos por el concejo.

En este caso hay que cruzar el pueblo y salir de Arenas por la pista de tierra que se dirige hacia el Este paralela a la carretera AS-114 atravesando la ería de Valdelabarca.

Tras pasar la riega del Rano la pista va ascendiendo hasta alcanzar unas cabañas donde finaliza la parte más ancha para adentrarse ya en forma de sendero en un bosquete de encinas que ocupan toda la ladera sur de la sierra del Cantu y la cabeza de Cerréu.

Saliendo del bosque la senda sigue la ladera para pasar por debajo de unas cuadras, el Costazu, y a unos metros se encuentra una estupenda fuente con un manantial que sale de la roca viva, y que da lugar al barranco de Bazones. Enfrente ya se ven las torrenteras y cascadas que bajan de la surgencia de La Nava.

El camino en esta parte está excavado en la roca con armaduras y muros de piedra para nivelar el camino, empedrado en algunos tramos siendo la parte más bonita, tanto por el camino en si como por las vistas sobre el valle del Cares.

Tras pasar la fuente y las cascadas de la surgencia se alcanzan las primeras cabañas, El Rescañu, que se sortean por la parte inferior y tras un par de zig-zag del camino se da vista a la parte inicial de la pradería de Nava, llamada en esta parte La Prida. Por delante se abre un espectacular valle alpino, jalonado de cuadras, cabañas e invernales (la Batua, la Trema, el Colláu fresnu…) y salpicado de fresnos, donde pastan los rebaños de ovejas, vacas y caballos.

Hacia la derecha (sur) se puede ascender cómodamente hacia la cumbre de La Cabreriza, en la sierra del Gobeyón, desde donde se descubre una impresionante perspectiva de toda la canal del cauce medio del Cares, el pueblo de Oceño, los puertos de Portudera y Caoru… y por encima, asomando, las cumbres de los Picos de Europa.

Para divisar en todo su esplendor las cumbres de los Picos hay que dirigirse hacia la sierra norte, la Sierra de Juan Roble, ascendiendo hacia una de las cumbres (Forcau del Cuerno 973 mts.) o hacia el Collado las Arnias, paso obligado hacia la parte trasera de la sierra si se quiere hacer circular, y hacia el pueblo de Cáraves (el otro punto posible de inicio de ruta).
El regreso se puede hacer por el mismo camino hasta Arenas.

En total el recorrido ida y vuelta pueden ser unas tres horas y media con un desnivel de 600 mts. y una dificultad media.

Un buen remate de la jornada puede ser detenerse un poco a contemplar los interesantes ejemplos de arquitectura tradicional de la villa de Arenas y tomar una botella de sidra acompañada de una buena ración de Cabrales.

Algunas imágenes de la ruta:

 

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El río Dobra nace en el puerto de Dobres, en el municipio leonés de Valdeón, y tras bordear el mazizo occidental de los Picos de Europa, se junta con el río Sella en las proximidades del pueblo de Tornín en Cangas de Onís. Además de actuar en algunos tramos como frontera natural del Parque Nacional y de separación entre los municipios de Amieva y Cangas de Onís, este río ofrece algunos de los paisajes más espectaculares del entorno de los Picos de Europa, y alguna de las excursiones más interesantes del oriente de Asturias, como la que aquí se presenta.

Se propone recorrer el tramo final del río, justo desde su confluencia con el río Sella hasta una gran poza conocida como la Olla de San Vicente. Una ruta muy fácil, apta para cualquier tipo de caminante.

Para llegar al punto de partida hay que tomar la N-625 desde Cangas de Onís en dirección Riaño-Puerto del Pontón y a 7 km., tras superar el pueblo de Tornín, se encontrará un cartel con el nombre del Río Dobra y un restaurante a la izquierda llamado «Puente del Dobra». Este será el punto de partida, y el lugar para dejar el coche.

El paseo es fascinante desde el primer momento pues todo el rato se camina entre un bosque de ribera (llamado tambien bosque de galería) compuesto por especies como alisos, chopos, avellanos, fresnos, castaños, robles, acebos y otras especies, entre las que se va asomando discretamente o mostrándose en todo su esplendor el cauce cristalino del Dobra, uno de los ríos de montaña más bellos de todo el entorno de los Picos de Europa de un color verde esmeralda.

A unos 10 minutos de iniciada la marcha aparece entre la vegetación el magnífico puente medieval, de un solo arco apuntado, construido posiblemente en torno al S.XIII. La obra forma parte de la principal vía de comunicación del territorio de Cangas de Onís con la meseta desde tiempos romanos hasta finales del S.XIX. Esta calzada, conocida a partir del S.XVI como Senda del Arcediano en honor a su gran restaurador (Don Pedro Díaz de Oseja, Arcediano de Villaviciosa), salva la cordillera cantábrica por el territorio de Amieva, los puertos de Beza, para dirigirse desde Soto de Sajambre hacia el Puerto del Pontón. Para entender este trazado hay que tener en cuenta que el actual trazado de la carretera N-625 discurre por el interior de un espectacular desfiladero, totalmente inaccesible e infranqueable hasta que se acometió la gran obra de ingeniería de la carretera actual a finales del S.XIX.

El pozo situado justo bajo el arco del puente es un frecuentado lugar de baño para los cangueses en la época estival, aunque se descubrirán numerosos rincones de similar belleza hasta el final del recorrido. Las cristalinas aguas permitirán ver con toda claridad truchas, reos, posiblemente algún salmón, pescardos…; sobrevolando la cortina de agua mirlos acuáticos, garzas… y si hay mucha suerte a lo mejor se puede avistar algún martín pescador o alguna nutria… o por lo menos los indicios del paso de algunos animales que hay que saber interpretar, como los agujeros de los troncos hechos por los pájaros carpinteros.

Poco a poco el sendero va remontando ligeramente y se aleja unos metros del río para adentrarse en una zona de prados, con cuadras y abundantes frutales, que abrirán la perspectiva hacia las partes altas de las montañas, hasta ahora ocultas por la vegetación.

Al final de la zona de prados la pista forestal finaliza y da paso a un sendero más estrecho que se dirige por el mismo borde del agua hacia un escarpe rocoso. Se ha cubierto la mitad del recorrido.

Se inicia así la parte más “difícil” del trayecto, ya que la hasta ahora ancha pista se convierte en un sendero de montaña, cuya dificultad máxima consiste en dos o tres puntos en los que hay que esquivar algún escollo imprevisto (una roca caída o un tronco derribado) y caminar sobre un suelo un poco irregular excavado en la roca, con tramos de piedra suelta o surcados de raíces. De todos modos incluso este tramo es fácil y perfectamente accesible para cualquier paseante.

Los recodos del camino ofrecen paisajes cambiantes que combinan vegetación, montaña, algún caserío en la zona alta, y la permanente presencia y sonido del agua. Los amantes de las plantas podrán descubrir numerosas flores silvestres o comunidades de setas entre el sotobosque.

Tras salvar una zona irregular, el camino gira a la izquierda y recupera nuevamente un nivel plano donde aparecen lo que fueron en otro tiempo zonas de pradería de siega y cultivo. Tras los avellanos del fondo aparece la meta y la recompensa: un claro en el bosque bordeado de blanquísimos cantos rodados que circundan una redonda masa de agua de un verde esmeralda y, al fondo, un estrechamiento rocoso por donde el Dobra se precipita en forma de cascada. Es la Olla de San Vicente, un paraje idílico difícil de olvidar. Y en verano, un magnífico lugar para darse un chapuzón en una piscina natural de incomparable belleza.

El regreso se hará por el mismo camino.

En total el tiempo invertido entre la ida y la vuelta no supera las dos horas, y la distancia recorrida es de unos 5 km.

Distancia a la casa rural Heredad de la Cueste: 20 minutos.

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La nieve, un bien escaso en Asturias, no cuenta con infraestructuras apropiadas para la práctica del esquí en nuestra comarca, aunque puede disfrutarse de muy variadas formas. En concreto el esquí de travesía y las rutas con raquetas son dos modalidades para las que nuestras montañas cuentan con un especial interés debido sobre todo a los paisajes de singular belleza.

Los valles y montañas de Ponga constituyen un paraíso para los amantes del senderismo, de los bosques y de la naturaleza en general, pero con nieve se pueden disfrutar cómodamente y al alcance prácticamente de cualquiera.

Hoy proponemos una cómoda ruta con raquetas de nieve siguiendo las pistas forestales que se adentran en el bosque de Peloño, en el Parque Natural de Ponga, un paraíso a poco más de 30 minutos de Cangas de Onís y de la casa rural Heredad de la Cueste.

raquetas de nieve en ponga

El punto de partida será el puerto entre San Juan de Beleño y Viego, donde se toma la pista que, con dirección sur, se adentra en el bosque. El camino serpentea entre robles y acebos, con claros que permiten disfrutar de los valles de Ponga y del Sella, con los Picos como telón de fondo.

raquetas de nieve en ponga

La suave pendiente conduce en poco más de media hora hasta el collado de les Bedules, una atalaya privilegiada sobre los valles del entorno, dominando una panorámica de la impresionante cara nordeste del Tiatordos y, hacia el otro lado, el macizo occidental de los Picos de Europa coronado por la Peña Santa.

montañas de ponga

En el mismo collado se ha acondicionado un mirador con una mesa de orientación que será de gran utilidad para identificar las principales cumbres que se avistan desde este punto.

Desde Les Bedules se conecta con la pista principal que se adentra en Peloño. A partir de este lugar la distancia a recorrer dependerá de las ganas y los objetivos de cada uno, pues el recorrido no entraña mayor dificultad que la distancia. En una hora se puede alcanzar el collado Granceno. Los más intrépidos pueden continuar hasta les Peruyales o hasta el collado Guaranga, aunque hasta aquí la distancia a recorrer será de aproximadamente 11 km.

Para completar un día inolvidable se puede pasar la tarde visitando alguno de los pueblos de Ponga (Viego, San Juan, Sobrefoz…) y disfrutar de las espectaculares carreteras de montaña de este último reducto del paraiso natural.

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La ruta se inicia en el pueblo cabraliego de Camarmeña, a donde se llega después de 2,5 km. de carretera que quita el hipo de vértigo. Se puede dejar el coche en la parte baja del pueblo, por la zona de la iglesia.
Todo el mundo se pregunta quien y por qué decidió instalarse en una zona tan escarpada, pero la respuesta no hay que buscarla con las referencias de las comunicaciones actuales, sino con modelos de ocupación territorial anclados en la Edad Media o mucho más atrás, cuando las carreteras no existían y las montañas también eran territorios aprovechables para los pastos, y lugares casi inexpugnables donde la defensa era mucho más fácil que en espacios abiertos. Y por supuesto la posesión de la tierra, ya que la mejor siempre estaba en manos de los mismos, es decir, de los ricos, de los poderosos y de la iglesia…

Hablando de iglesia, la pequeña y hoy aparentemente insignificante iglesia de San Pedro de Camarmeña fue en tiempos medievales un importante enclave, del que dependía la villa de Bulnes y una pequeña ermita en pleno corazón del Cares, San Julián de Culiembro, hoy solamente una majada casi abandonada por completo. La iglesia ya se menciona en crónicas medievales y de su pasado medieval aún se pueden ver unos sencillos canecillos de traza románica en el exterior de su cabecera.

El resto del pueblo es un poema. Con unas construcciones de piedra literalmente ancladas a la roca, suspendidas en muchos casos sobre el abismo. Aunque la obra del canal condicionó para siempre la fisonomía del pueblo, todavía hoy se pueden encontrar rincones de una belleza y una rusticidad impresionantes.

Para no perder todo el día en Camarmeña, si se quiere hacer la ruta hay que dirigirse hacia la parte alta del pueblo, bien siguiendo el camino ascendente o bien siguiendo las flechas hacia el Mirador del Naranjo. Dicho sea de paso, el de Camarmeña es el mejor de los tres miradores que tiene Cabrales hacia el Picu Urriellu. Justo enfrente, a la misma altura visual, se pueden ver las casas de Bulnes y en la vertical por encima el Picu en toda su majestuosidad. Tampoco merece la pena perder mucho tiempo en el mirador ya que la ruta va a proporcionar a lo largo de todo su recorrido unas vistas espectaculares.

En las últimas casas del pueblo, por encima del antiguo lavadero, se inicia un sendero que remonta la ladera y que será el que seguiremos durante todo el recorrido. Este sendero era la principal vía de comunicación hacia los puertos altos y hacia los invernales y prados, hoy abandonados en su mayoría, que salpican todo el valle.

La canal que se va a recorrer en sentido ascendente es la Canal de la Bobia, modelada por una lengua glaciar hace miles de años, que se desploma con una inusitada verticalidad desde las estribaciones del Cuetón (1612 mts.) hasta Poncebos (218 mts.).
El primer tramo del recorrido gira hacia la derecha para sortear los muros de los últimos prados de la ería de Camarmeña. Desde allí va ascendiendo en dirección al murallón rocoso que enmarca la canal por la derecha. A medio camino hay que tener cuidado de no tomar el sendero que, a través de un prado y en dirección izquierda, se dirige a una cuadra de piedra que se ve sobre un risco.

El camino correcto pronto alcanza la pared de la montaña y la va siguiendo durante un buen rato. Al poco trecho se verá una antigua armadura de piedra que se encarama en la pared para buscar un paso sobre el cortado de roca. En la parte alta incluso se puede ver la antigua portilla de hierro que cerraba el paso a los animales. Solo con contemplar por donde pasa el camino da vértigo. Un poco más adelante se puede ver una gran boca de una cueva, utilizada hasta no hace tanto tiempo como cabaña y como refugio de ganado. La subida, también con armadura de piedra, es fácil y merece la pena subir para ver las toneladas de estiércol de cabras acumulados durante generaciones.

Hacia la mitad de la canal se puede ver una cuadra de piedra rodeada aún de un pequeño prado con pared. Este será un buen punto para hacer una parada ya que es, aproximadamente, la mitad de la ruta. La vista hacia el macizo central es espectacular y hacia abajo se ven las últimas casas de Camarmeña y el aparcamiento de Poncebos prácticamente en vertical.

El camino continua ascendiendo en dirección a la cabecera de la canal, claramente identificable por el circo montañoso que se ve en la parte superior. El último tramo es un enorme canchal de grandes bloques en la parte inferior y piedra más menuda en la superior. En todo momento el camino es visible, salvo en algún momento del último tramo, pero es justo la parte donde no hay duda posible ya que al llegar al final del circo rocoso el camino busca un paso hacia el risco de la izquierda. Alcanzado este punto la satisfacción es enorme. Hacia abajo se ve Poncebos a vista de pájaro y enfrente la canal del Duje; girando un poco la cabeza el Naranjo de Bulnes, y todas las cumbres del macizo central (el Trave, los Albos…), dejando pequeña la mole del Murallón de Amuesa; y hacia la derecha toda la canal del Cares y el macizo occidental, con la Peña Santa dominando todo, el sector de la Bermeja, y otras cumbres “menores” como el Jultayu, el Cuvicente…, un espectáculo inolvidable.

Desde este collado el sendero asciende ya suavemente por una ladera con una dirección muy clara hacia unas cabañas de piedra que se ven al fondo. En poco tiempo se alcanzan las primeras construcciones de la majada de Ondón, posiblemente la más espectacular de todos los Picos de Europa, ya que la vista desde aquí es impresionante.

La majada de Ondón era casi un pueblo, no solo por su tamaño y número de construcciones, sino por la tipología constructiva, ya que la mayoría de las cabañas eran de dos pisos, con cuadra en la parte baja y casa en la superior. La pervivencia de su uso hasta tiempos muy recientes se hace patente en el uso de ventanas con cristales, como si fueran viviendas permanentes. Destaca también la presencia de antiguas construcciones circulares de piedra, los cubiles, para guardar y proteger a los cerdos y las gallinas. Hoy en día la majada está, como la mayoría, en desuso y su deterioro se acentúa de año en año, una lástima, pero también una pérdida irreparable para el patrimonio rural, cultural y paisajístico de nuestra región.

Merece la pena detenerse un buen rato y disfrutar a conciencia del lugar y del paisaje que se contempla. Inolvidable.

El regreso se hará por el mismo camino, que dará más sensación si cabe de verticalidad y de desnivel que a la subida.

En total desde Camarmeña se han invertido unas 2,5 hs. de subida y unas 2 de bajada, salvando un desnivel de aproximadamente 1000 mts. en cada sentido.

Y para descansar, nada mejor que una sidra o una cerveza en la terraza del bar del pueblo (Mirador del Naranjo), viendo el sol ponerse sobre la cara oeste del Urriellu…

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